Rocky Horror Show
- raulgr98
- 29 oct 2024
- 5 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! En ocasiones pasadas, en esta sección hemos comentado algunos de mis musicales favoritos, o aquellos que vi en momentos especiales de mi vida, pero por primera vez, en conmemoración del mes del horror, dedicaremos la publicación de hoy a un musical que no disfruto particularmente (pues es demasiado bizarro para mi gusto), que no fue bien recibido en su época (pese a haber sido nominado a un premio Tony), pero cuya influencia y legado son innegables.
Un homenaje/parodia de las películas de horror del cine B, el musical sigue a una joven pareja que queda atrapada en un castillo a merced de un científico loco en busca de crear al hombre perfecto. Tan bizarro como suena el concepto mismo, la ejecución es aun mayor, recurriendo a humor polémico, coreografías frenéticas y desafiar otras convenciones del género al incluir un coro fantasmal y no uno, sino dos narradores, con varios giros en la trama que combinan el horror tradicional con la ciencia ficción. Estos elementos, en conjunto con la música, de la que hablaré más adelante, vuelven a Rocky Horror uno de los primeros ejemplos de la época contracultural del teatro musical, motivado por la ansiedad de la posguerra y resultando en un entorno creativo más cínico y extrovertido, pero también con mayor libertad.
El tema central del musical, más allá del espectáculo que representa por sí mismo, es la diferencia entre hedonismo y amor, a través de la cual se busca explorar donde radica la felicidad, si en el placer, la fiesta eterna, las relaciones tradicionales, el hogar (cada uno de los personajes explora una de estas opciones y gran parte de la tensión es producto de estos enfrentamientos). Janet y Brad son una pareja tradicional, que remite al inicio en caracterización a parejas de la era dorada del teatro musical, pero este tropo es subvertido con celeridad a través de una dirección frenética, enfocada en causar polémica. En ese sentido, quizá el aspecto más conocido del musical, que provoca que sea controversial incluso hoy en día (sólo puedo imaginar la recepción inicial) es el erotismo explícito de la narrativa. La mayoría de las producciones no involucran desnudez (aunque si el elenco pasando secuencias enteras en ropa interior), pero sí exploran escenas extendidas de seducción, orgías implícitas y una sexualidad fluida que rompió barreras, con varios personajes experimentando con el travestismo, la androginia y la poligamia, con encuentros sexuales explícitos con personajes de ambos sexos. En ese sentido, quiero aclarar que esta exploración temática y de caracterización no es la razón por la que la obra no se encuentra entre mis favoritas, de hecho creo que fue importante para revitalizar el género entre la juventud y ayudarlos a formar su identidad; sino que algunos de los conceptos estrictamente narrativos no terminan de cuajar.
La fluidez de los personajes y la historia se refleja también en el diseño de producción, planeado para dejar un gran impacto en el espectador. Si bien la adaptación cinematográfica dejó escrito en piedra muchos elementos del montaje (incluyendo el diseño del maquillaje, que antes se dejaba a la decisión de cada intérprete, quienes finalizaban su propia caracterización), aún existe una mayor libertad que otras producciones para manipular la escenografía y el diseño de iluminación (algunos optan por sets extensos, otros por decorados minimalistas aumentados por el juego de luz, pero siempre buscando la espectacularidad), concentrándose en el aspecto técnico más icónico de la obra, que hace a todos sus personajes iconos de culto: el diseño de vestuario, dominado por brillantina, lentejuelas, escotes, mallas y cuero, entre otros elementos, que traen al frente tanto la naturaleza estrambótica del elenco (sobre todo el personal RIff Raff y Magenta) como los elementos más sexuales (Frank, Rocky).
Rocky Horror tiene un libreto y estructura fascinantes, en las que muchas de las decisiones narrativas parecen arbitrarias, pero en realidad están muy bien planteadas, y esto se refleja también en la música, que va de los números explícitamente narrativos-descriptivos a aquellos cuyas letras parecen sinsentidos, pero que esconden significados ocultos y metáforas clave para la trama. Con anterioridad hemos discutido otros musicales de la contracultura, que buscan un equilibrio entre nuevos estilos y orquestación tradicional, pero en Rocky Horror la ruptura con el musical clásico es radical, con prácticamente la totalidad de los números perteneciendo al género glam rock, que se concentra en el baile y la estridencia de los instrumentos, pero adaptada de tal manera que los actores tengan el espacio para mostrar su versatilidad vocal, y quizá esa modernidad es la razón por la que el musical adquirió tan rápido un seguimiento tan devoto por varias generaciones (de hecho, creo que el álbum funciona mucho mejor que la obra misma). Muchos de los números se han convertido en icónicos, como "Time Warp" (con una famosa coreografía que ha sido adaptada a múltiples idiomas), "Sweet Transvestite" (uno de los números de villano más famosos del género) y el controversial "Touch-a, touch-a, touch-a, touch me"; pero algunos de mis números favoritos menos populares son típicas canciones de rock como "Hot Patootie" y "Sword of Damocles", así como canciones más tranquilas como "Superheroes" o "Once in a while", que considero el momento más emocional de la historia.
Cierro con un breve comentario sobre el legado de la obra, pues me parece un fenómeno cautivador: la obra tiene una clara y estrecha relación con el cine desde su concepción (la primera narradora toma el rol de una acomodadora, y la canción inicial "Science fiction/Double feature" deja claro que la audiencia está por ver una cinta), resultó en una adaptación cinematográfica que llegó muy rápido (menos de dos años después del estreno) y que contó con gran parte del mismo talento detrás y frente a cámara. Sin embargo, la película ha cobrado con los años una relación cuasi simbiótica con la audiencia, que acude disfrazada a proyecciones y escenifica las secuencias en paralelo, resultando en una de las muestras más difusas e interesantes de la línea de la transmedialidad.
Año de estreno: 1973 (West End), 1975 (Broadway)
Música: Richard O'Brien
Letra: Richard O'Brien
Libreto: Richard O'Brien
Dirección: Jim Sharman
Elenco original
Tim Curry (West End y Broadway): Frank-N-Furter
Julie Covington & Belinda Sinclair (West End), Abigale Haness (Broadway): Janet
Christopher Malcolm (West End), Bill Miller (Broadway): Brad
Richard O'Brien (West End y Broadway): Riff Raff
Patricia Quinn (West End), Jamie Donnelly (Broadway): Magenta/Acomodadora
Nell Campbell (West End), Boni Enten (Broadway): Columbia
Rayner Bourton (West End), Kim Milford (Broadway): Rocky
Paddy O'Hagan (West End), Meat Loaf (Broadway): Eddie/Profesor Scott
Jonathan Adams (West End), Graham Jarvis (Broadway): Criminólogo (Narrador)
Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
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