Sicario
- raulgr98
- 6 mar 2024
- 4 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! El estreno de la segunda parte de Dune me convenció que Denis Villeneuve es uno de los mejores directores trabajando en Hollywood actualmente. Su cinta Prisioneros es mi película favorita de 2013, que ya reseñé en este canal, y hoy quiero continuar con otra de sus producciones más realistas, alejándome de la ciencia ficción que ha redefinido en sus últimos proyectos.
Escrita por Taylor Sheridan, la cinta de 2015 fue un éxito en taquilla y fue nominada a tres premios Oscar, aunque no ganó ninguno. El elenco de esta historia, que sigue a un equipo gubernamental especial que quiere cazar al líder de un cártel, está encabezado por Emily Blunt (Kate Macer) y Benicio del Toro (Alejandro Gillick), contando también con las participaciones de Josh Brolin (Matt Graver), Daniel Kaluuya (Reggie Wayne), Maximiliano Hernández (Silvio), Victor Garber (Dave Jennings) y John Bernthal (Ted).
Por norma general, no disfruto de películas que tengan que ver con el narcotráfico, pues muchas veces glorifican la violencia, y la dirigen como si fuer un espectáculo. Por el contrario, la razón por la que Sicario es tan efectiva es que, aunque en ningún momento se autocensura (de hecho, puede llegar a ser bastante cruda), reserva los momentos más gráficos para fuera de cámara, y construye el horror por las reacciones de los personajes, o las secuelas de los acontecimientos, sobre todo en las secuencias de tortura, que nunca se ven en cámara y aún así son bastante explícitas.
Como es usual en el trabajo de Villeneuve, el dominio técnico del arte fílmico es impecable. La edición está muy bien lograda, sabiendo oscilar con precisión entre planos secuencias, cortes abruptos, tomas abiertas y panorámicas; así como entre la envolvente banda sonora y el silencio. Las escenas de acción son breves o sutiles, pero el director compensa la falta de espectáculo con una impresionante capacidad de construir tensión, sobre todo en las dos secuencias en carretera. Puede que la cinematografía sea el elemento más memorable de la película, pues la desolación y terror que impone cada cuadro vuelve más digerible la lentitud del ritmo, con una paleta de colores muy interesante (en particular durante la secuencia del túnel), que no puedo agradecer lo suficiente evita el cliché de usar un filtro amarillo para retratar a México, optando por tomas naturalistas que son más cercanas a la realidad, y por lo tanto más aterradoras (me parece que en general, pese a lo duro de la crítica, es justo en la representación del país, sobre todo en aquellas zonas afectadas por el CO).
Como mencioné antes, el ritmo de la película es lento, y es más un thriller de suspenso que una cinta de acción. Sin embargo, en ningún momento llega a ser aburrida gracias a tres aciertos del guion: el primero es la estructura, pues la cinta arranca con una impresionante secuencia que permite que la audiencia conecte con la trama antes de comenzar la exposición. El segundo elemento es la falta de información que se le ofrece al espectador en el primer acto, que permite establecer una historia de misterio con varios giros de trama que acentúan la ética dudosa de los planos. El tercero, y el más discutido de la historia, es la crudeza y ambigüedad moral con la que muestra el combate al crimen organizado, explorando no sólo la colusión de autoridades locales, sino la brutalidad e ilegalidad de los agentes de la ley en su respuesta. ¿Los protagonistas se pueden considerar héroes? ¿El fin que buscan vale el precio de las acciones, sobre todo de las escenas finales? ¿En realidad esa es la única forma de combatir a un cártel? Esas son algunas de las preguntas que la película aborda, en la que es difícil negar la lógica de quienes toman las decisiones, pero eso no vuelve más fácil de aceptar, o siquiera ver, la brutalidad en pantalla, y creo que es lo correcto no dar respuestas definitivas.
Pese a que el elenco es muy pequeño, creo que tenía un trabajo muy complejo, debido a una dirección mas mesurada en cuanto a despliegues emocionales, y las actuaciones están a la altura del desafío. Emily Blunt en el protagónico da la que es quizá la mejor interpretación de su carrera, mostrando el resquebrajamiento de una idealista, creyente en el sistema, al ser confrontada con la realidad. Daniel Kaluuya y Josh Brolin son sólidos como la voz de la razón y la indescifrable figura de autoridad, respectivamente; pero es Benicio del Toro quien carga con gran parte del peso sobre sus hombros como un personaje silencioso, de moralidad casi inexistente, que debe comunicar trauma y emociones complejas con miradas y gestos, a la vez que provoca a la audiencia cuestionamientos sobre si a quién está viendo es siquiera humano todavía.
El aumento de la violencia asociada al narcotráfico en las primeras décadas del siglo XXI es un problema tristemente vigente, difícil de procesar. Sicario es tan realista que puede resultar una experiencia difícil, pero muestra mucha madurez al mostrar que no hay soluciones fáciles, y que víctimas y victimarios coexisten en ambos lados de la frontera. Un diagnóstico tan frío de la realidad mexicana y americana, que quizá se necesitaba la mirada de un canadiense para llevarla a buen puerto.
Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
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