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Silencio

¡Bienvenidos pasajeros! En esta ocasión, continuamos con la celebración de la Semana Santa con una de mis películas favoritas de 2016: Silencio.


Dirigida por Martin Scorsese, y escrita por él mismo y Jay Cocks. Una decepción en taquilla y en los Oscares (sólo estuvo nominada a cinematografía) fue generalmente bien recibida por la crítica, pero no de manera muy entusiasta (quizá por que se aleja del estilo tradicional de Scorsese, quien lo consideró un proyecto personal que tardó casi treinta años en desarrollar).


Cuando se habla de religión en películas históricas, lo más común es mostrar los abusos de la iglesia católica en el proceso de evangelización; pero esta cinta muestra una historia del mundo real en el caso inverso: dos jesuitas enviados a evangelizar a Japón son testigos de la brutalidad con la que la religión católica es reprimida por el gobierno. El excelente elenco está encabezado por Andrew Garfield (Sebastiao Rodrigues), con el apoyo de Adam Driver (Francisco Garupe), Yosuke Kubozuka (Kichijiro), Issey Ogata (Inoue Masashige), Shinya Tsukamoto (Mokichi), Tadanobu Asano (El traductor), Ciarán Hinds (Alessandro Valignano/voz de Jesucristo) y Liam Neeson (Cristovao Ferreira).


Debo ser sincero con ustedes lectores, no es una película fácil de ver. Además de larga, las escenas de tortura son explícitas, y el arco de personaje interpretado por un magnífico Andrew Garfield es brutalmente duro. La cinematografía y el uso de sonido son bellísimos, y las actuaciones son impecables, mientras que el guion es realmente complejo, recurriendo a diferentes capas para complejizar a los personajes. Aunque tanto Sebastiao como Garupe son padres jesuitas, la manera en la que cada uno de ellos lidia con la crisis de fe que encuentran en Japón es totalmente diferente, y los ayuda a tener una identidad distintiva como personajes. En cuanto al elenco japonés, no he visto a la mayoría de ellos en otras producciones, pero me conmovió la participación de muchos de ellos, mientras que Kubozuka y Ogata interpretan dos antagonistas radicalmente opuestos, que representan al cobarde y al inquisidor respectivamente.


Hasta donde puedo saber, la película es históricamente correcta al retratar el Japón del siglo XVII, y me parece que ofrece una perspectiva no comúnmente vista de la relación entre Occidente y Oriente, que resulta compleja y moralmente ambigua, en lugar de encumbrar a alguna de las dos regiones. La exploración de la religión tiene las mismas sutilezas, pero es muy interesante como el deseo secreto de Sebastiao es vivir como Jesús, y encuentra en los que lo rodean paralelismos a las escrituras (Garupe es el Bautista, Kubosuka es Judas, Ogata es Pilatos, etc.) Sin embargo, la historia bíblica y la histórica divergen en un momento clave de la película, y creo que en esto radica el mensaje principal de la película, que busca una comprensión más profunda de la divinidad y la fe.


Como conclusión, me gustaría hacer una recomendación tanto para los devotos como para los interesados de la historia, pues me parece teológicamente una de las exploraciones más complejas del fenómeno de evangelización. Si no desean saber de la historia, pueden dejar de leer aquí, pero para los que se animen a continuar los invito a leer mi interpretación de la película, que involucra contar elementos de la trama.




Después de que el guion debata durante toda la cinta si la evangelización es más importante para el beneficio de la conciencia del sacerdote o el alma de los conversos; la escena más emocionalmente poderosa de la película es cuando Sebastiao es obligado a ver como cinco corversos son torturados, y la única manera de salvarlos es renegar de la fe al pisar una imagen de Jesús. Originalmente dispuesto a morir y que los otros mueran por la religión, el sacerdote oye la voz de Jesús, quien le convence de hacerlo, pues vivir de acuerdo a su mensaje y salvar vidas es más importante que cualquier signo externo de devoción. Sacrificándose de esta manera (espiritual, mas no carnalmente) es cuando Sebastiao por fin comprende a Jesús.


¿Y por qué se llama Silencio? A los personajes cristianos les tortura el hecho que Dios no responda a sus ruegos, creyendo que es indiferente a sus pesares o incluso dudando de su mera existencia (quizá el silencio es un vacío, la nada). La verdad que la historia busca comunicar no es revelada hasta la segunda aparición de Jesús en la historia, donde es revelado que el Silencio era uno de acompañamiento, de sufrimiento compartido y de consuelo, pues la salvación llegará.




Hasta el próximo encuentro...


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