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Spider-man 2

¡Bienvenidos pasajeros! En esta semana que inició como de superhéroes en general, pero rápidamente se transformó en un homenaje al arácnido, aprovechamos la sección de hoy para retroceder dos décadas en el tiempo, a la que sigue siendo su mejor película.


Estrenada en 2004, la segunda entrega de la primera trilogía del enmascarado es dirigida por Sam Raiki y escrita por Alvin Sargent. Tobey Maguire (Peter Parker), Kirsten Dunst (Mary Jane Watson), James Franco (Harry Osborn), Rosemary Harris (May Parker) y JK Simmons (J. Jonah Jameson) regresan a sus papeles de la primera película, mientras que Alfred Molina (Otto Octavius), Daniel Gillies (John Jameson) y Dylan Baker (Curt Connors) se integran al elenco. Una de las películas más taquilleras de su año, gozó también de una excelente recepción crítica, ganando el premio Oscar a Mejores Efectos, además de otras dos nominaciones.


Tomando inspiración de cómics como “Spider-man no More!”, la historia transcurre dos años después de la primera entrega, con un Peter Parker lidiando con su horario universitario, sus problemas económicos y su vida como vigilante, cuando la transformación de un mentor en supervillano tras un accidente amenaza con poner en peligro todas sus relaciones, lo que lo lleva a cuestionarse si quiere continuar siendo un superhéroe, y con ese aspecto quiero comenzar, pues esta es de las pocas (si no es que la única) historia en la que el arquetipo del héroe perdiendo sus poderes por motivos psicológicos funciona, pues el guion se toma su tiempo para construir las dificultades de la vida del protagonista, desde múltiples ángulos, y el eventual resurgimiento no está anclado a su amor por Mary Jane, sino que parte también de un cúmulo de factores (de hecho, yo creo que la secuencia en el edificio en llamas es el decisivo). Más que ninguna otra película, incluso aquellas que cuentan con el mismo equipo creativo, esta cinta entiende al personaje de Spider-man: su culpa, su inseguridad, sus ambiciones y su sentido de la responsabilidad, y aunque creo que se quedó corto en el apartado de la ira, retrata muy bien la empatía de “hombre común” que lo hace tan entrañable.


Hay otros dos elementos en los que yo creo que la secuela es superior a la original: el primero es el ritmo y tono, pues es claro que Tobey Maguire se siente mucho más cómodo en el traje que en la primera entrega, con un sentido del humor mucho mejor logrado que lo acerca más a la energía del cómic. El segundo son los efectos especiales, que al contrario de algunas tomas de la primera película, han envejecido a la perfección, en parte por un fabuloso trabajo de edición, y en parte por la combinación experta de CGI con elementos prácticos, entre los que destaca el trabajo con los brazos mecánicos del Doctor Octopus, que considero una maravilla de la ingeniería aplicada al cine, y uno de los mejores avances en efectos de la historia. La banda sonora, de nuevo a cargo de Danny Elfman, continúa siendo prácticamente perfecta, y los nuevos temas combinan a la perfección con los clásicos, lo que ayuda mucho a que la transición entre entregas sea orgánica.


Si uno hace el trabajo de enlistarlas, la película tiene más secuencias de acción de las que aparenta, pero en ningún momento abruman al espectador pues están diseñadas y coreografeadas con una experta atención al detalle, y una estructura interna muy bien diseñada, casi como historias por sí mismas. Las dos que involucran el reactor de fusión sirven muy bien como paralelos narrativos, y la secuencia que inicia en el banco parece arrancada de un cómic, contando con todos los elementos que los lectores aman, pero no se puede negar que es la secuencia en el tren la que se lleva las palmas como una de las mejores escenas de acción de la historia, pues es visualmente dinámica, de un ritmo impecable y temáticamente una de las secuencias más relevantes de toda la trilogía, pues logra lo que muchas producciones recientes han ignorado: a la vez de demostrar la enetereza de espíritu del héroe, muestra a la ciudad como un ente vivo, y le da a sus habitantes anónimos un momento para brillar, quizá el clímax emocional de la cinta.


En lo que concierne a los otros personajes, con los que quiero cerrar esta recomendación, todos me parecen muy buen actuados, y la mayoría tiene en esta entrega sus mejores escenas de la trilogía: Harry Osborn brilla en la caracterización moralmente ambigua en la que el guion lo coloca y J. Jonah Jameson es simplemente hilarante, pero son otros tres los más memorables. Empiezo con Otto Octavius, quien gracias a la brillante interpretación de Alfred Molina se consolida como uno de los mejores antagonistas del cine de superhéroes: carismático tanto en su faceta buena como en la malvada, pero de formas distintas, es imposible no empatizar con él, lo que hace su arco redondo, pero la dirección no tiene miedo de mostrar la brutalidad de sus momentos más oscuros, y es en escenas como el escape del hospital donde Raimi se permite volver a sus raíces de horror para mostrar secuencias aterradoras que de alguna manera logran encajar con el resto de la cinta. Sin embargo, las dos mejores escenas de la película no son con Spider-man en el traje o su enemigo, sino dos conversaciones que tiene Peter Parker con su tía May: la confesión de Peter sobre su responsabilidad en la muerte de su tío es uno momento desgarrador, y Rosemary Harris logra comunicar las complejas y contradictorias emociones que experimenta su personaje ante la revelación. Su segunda escena, un monólogo que todos los fanáticos de la película recordarán, es la tesis de la cinta, pero narrada de una manera que no se siente forzada, y que para mí adquiere mucho más significado cuando asumes, como yo, que conoce el alter ego de su sobrino.


Cierro con el aspecto más controversial de la cinta, y el único con el que tengo sentimientos encontrados: Mary Jane. Mis conocidos recordarán mis comentarios despectivos constantes sobre esta versión del personaje, y aunque no negaré que tengo mis problemas, mis expresiones han sido hiperbólicas. No la considero una buena adaptación del personaje, pues le falta el carácter y la chispa que asocio con ella, pero Dunst hace un muy buen trabajo con los requerimientos del guion. Ni siquiera la satanizó por su trato hacia Peter Parker, pues creo que es justa en su reacción a la indecisión del protagonista, y entiendo su frustración, pero su subtrama con John Jameson nunca me ha gustado, y creo que hace mucho daño a la moralidad del personaje, sobre todo la escena en la que intenta replicar con una víctima inocente el beso de la primera película, en un juego sentimental que debo decir, amargó mi visión del personaje. Sin embargo, creo que Mary Jane se recupera en el tercer acto, y no es casualidad que la película cierre con ella: la excelente última toma, en conjunto con la música y la interpretación de Dunst, es claro en el desenlace agridulce de la película, y la tragedia intrínsecamente ligada a la naturaleza de Spider-man de la que sus personajes nunca podrán escapar.




Hasta el próximo encuentro…


Navegante del Clío



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