top of page

Suave Patria

¡Bienvenidos pasajeros! Por primera vez en la historia de Navegante del Clío, recomendaré en esta sección una obra que no me gusta. Puede parecer contradictorio, pero creo que es importante abordar críticamente incluso aquellas cosas que no disfrutas, para tratar de entender porque gozan de la reputación que tiene.


Primero, creo que es importante hacer un repaso de mi relación con el famoso poema. Desde hace muchos años me di cuenta que hay pocas cosas que me hagan poner más los ojos en blanco, que las celebraciones del mes de septiembre. Siempre crítico de la historia oficial, la narrativa en los días cercanos al grito tiende a ser burda, simplista y maniquea, un pobre intento de manipulación emocional; y las obras cuyo fin último parece ser fomentar el nacionalismo más veces de las que no carecen de sustento. Y sin embargo, con Suave Patria tengo sentimientos encontrados: por un lado, siempre odié leerlo, pero por el otro, recuerdo con alegría las tertulias de la noche del 15 de septiembre, cuando un grupo de amigos nos reuníamos, algo que disfrutaba pese a que declamarlo fuera parte obligada de la tradición.


Releyéndolo para esta investigación, lo primero que me llamó la atención fue su estructura. Uno de los poemas más largos que hemos cubierto aquí, el más extenso de la carrera de López Velarde, se divide en cuatro segmentos diferenciados (el proemio, un intermedio y dos actos), pese a no ser narrativo en el sentido convencional. Sin embargo, cada uno de los pasajes sí tiene una voz distintiva, y creo que las divisiones (sobre todo el intermedio, ayudan mucho a evitar la monotonía). En la mayoría de los poemas, me gusta analizar los parones de rima, pero en este caso sería un ejercicio un poco estéril: como podrán comprobar, aunque la rima está presente, y bien ejecutada, no obedece a un patrón, sino que cada estrofa tiene un patrón distinto, y presenta además una distinta cantidad de versos (entre dos y ocho), con dos actos asimétricos (catorce estrofas contra trece). Como ejemplo, les presento el desglose de los dos segmentos más cortos, para que noten que el patrón no es homogéneo:

  • Proemio: ABBACC, ABBA, AA, AABCCB

  • Intermedio: AA, ABCABC, AABB, AABBCCDD


En cuanto al contenido, López Velarde parece más preocupado; por un lado, en producir efectos emocionales y por el otro en explorar el aspecto lingüístico (el vocabulario me parece bien incorporado, como parte de la corriente modernista, basada en la formalidad, refinamiento y musicalidad, si bien en sus temas se acerca más a la poesía contemporánea), más que en la construcción de imágenes, lo que probablemente sea la razón por la que siempre me costó conectar con la pieza. Las alusiones con las que construye su idea de patria son una mezcla de inspiraciones del pasado prehispánico, el desarrollo tecnológico de la segunda mitad del siglo XIX y, sobre todo, la religiosidad colonial; pero algo de crédito le debo dar al poeta y es que, pese a ser inherentemente nacionalista, evita hacer referencias explícitas a personajes o sucesos, salvo por una breve dedicatoria a Cuauhtémoc, lo que lo dota de cierta atemporalidad y puede explicar, al menos en parte, su supervivencia en el tiempo.


Ninguna obra debe desprenderse de su contexto histórico, pero en este caso particular la claridad que ofrece es reveladora: escrito en los meses finales del autor, quien falleció joven; la publicación coincide con el triunfo de la rebelión de Agua Prieta, lo que para muchos se consideró el fin de la Revolución Mexicana, al menos en su fase armada. Aliado con los revolucionarios, el poeta participó de un proyecto incipiente pero efectivo, de la construcción de una nueva identidad nacional que por un lado exaltara el pasado indígena (explicando el intermedio), pero por otro lado proclamara la superioridad del mestizaje, y el progreso de las sociedades, elementos que se pueden encontrar en el grueso del poema. La religiosidad es una sorpresa, considerando el conflicto que marcaría los años que sucederían a la publicación, pero habla de las contradicciones de un México atrapado entre el amor a la tradición y el deseo de reforma. No sé cuántas personas leyeron Suave Patria en su momento, ni cuántas han tenido contacto directo con el poema en a tiempos recientes, pero sus efectos se pueden sentir en el largo alcance, la personificación de la patria ha sido la base de casi todos los discursos políticos de la edad contemporánea, e incluso la portada de los libros de texto se alimenta de esta concepción.



Los dejo con el poema, copiado de forma íntegra, para que lo lean en este dieciséis de septiembre y puedan extraer sus propias conclusiones ¿lo hemos rebasado ya o sigue siendo pilar de la cultura nacional?




PROEMIO


Yo que sólo canté de la exquisita


partitura del íntimo decoro,


alzo hoy la voz a la mitad del foro


a la manera del tenor que imita


la gutural modulación del bajo


para cortar a la epopeya un gajo.



Navegaré por las olas civiles


con remos que no pesan, porque van


como los brazos del correo chuan


que remaba la Mancha con fusiles.



Diré con una épica sordina:


la Patria es impecable y diamantina.



Suave Patria: permite que te envuelva


en la más honda música de selva


con que me modelaste por entero


al golpe cadencioso de las hachas,


entre risas y gritos de muchachas


y pájaros de oficio carpintero.



PRIMER ACTO



Patria: tu superficie es el maíz,


tus minas el palacio del Rey de Oros,


y tu cielo, las garzas en desliz


y el relámpago verde de los loros.



El Niño Dios te escrituró un establo


y los veneros del petróleo el diablo.



Sobre tu Capital, cada hora vuela


ojerosa y pintada, en carretela;


y en tu provincia, del reloj en vela


que rondan los palomos colipavos,


las campanadas caen como centavos.



Patria: tu mutilado territorio


se viste de percal y de abalorio.



Suave Patria: tu casa todavía


es tan grande, que el tren va por la vía


como aguinaldo de juguetería.



Y en el barullo de las estaciones,


con tu mirada de mestiza, pones


la inmensidad sobre los corazones.



¿Quién, en la noche que asusta a la rana,


no miró, antes de saber del vicio,


del brazo de su novia, la galana


pólvora de los juegos de artificio?



Suave Patria: en tu tórrido festín


luces policromías de delfín,


y con tu pelo rubio se desposa


el alma, equilibrista chuparrosa,


y a tus dos trenzas de tabaco sabe


ofrendar aguamiel toda mi briosa


raza de bailadores de jarabe.



Tu barro suena a plata, y en tu puño


su sonora miseria es alcancía;


y por las madrugadas del terruño,


en calles como espejos se vacía


el santo olor de la panadería.



Cuando nacemos, nos regalas notas,


después, un paraíso de compotas,


y luego te regalas toda entera


suave Patria, alacena y pajarera.



Al triste y al feliz dices que sí,


que en tu lengua de amor prueben de ti


la picadura del ajonjolí.



¡Y tu cielo nupcial, que cuando truena


de deleites frenéticos nos llena!



Trueno de nuestras nubes, que nos baña


de locura, enloquece a la montaña,


requiebra a la mujer, sana al lunático,


incorpora a los muertos, pide el Viático,


y al fin derrumba las madererías


de Dios, sobre las tierras labrantías.



Trueno del temporal: oigo en tus quejas


crujir los esqueletos en parejas,


oigo lo que se fue, lo que aún no toco


y la hora actual con su vientre de coco.


Y oigo en el brinco de tu ida y venida,


oh trueno, la ruleta de mi vida.



INTERMEDIO



(Cuauhtémoc)



Joven abuelo: escúchame loarte,


único héroe a la altura del arte.



Anacrónicamente, absurdamente,


a tu nopal inclínase el rosal;


al idioma del blanco, tú lo imantas


y es surtidor de católica fuente


que de responsos llena el victorial


zócalo de cenizas de tus plantas.



No como a César el rubor patricio


te cubre el rostro en medio del suplicio;


tu cabeza desnuda se nos queda,


hemisféricamente de moneda.



Moneda espiritual en que se fragua


todo lo que sufriste: la piragua


prisionera , al azoro de tus crías,


el sollozar de tus mitologías,


la Malinche, los ídolos a nado,


y por encima, haberte desatado


del pecho curvo de la emperatriz


como del pecho de una codorniz.



SEGUNDO ACTO



Suave Patria: tú vales por el río


de las virtudes de tu mujerío.


Tus hijas atraviesan como hadas,


o destilando un invisible alcohol,


vestidas con las redes de tu sol,


cruzan como botellas alambradas.



Suave Patria: te amo no cual mito,


sino por tu verdad de pan bendito;


como a niña que asoma por la reja


con la blusa corrida hasta la oreja


y la falda bajada hasta el huesito.



Inaccesible al deshonor, floreces;


creeré en ti, mientras una mejicana


en su tápalo lleve los dobleces


de la tienda, a las seis de la mañana,


y al estrenar su lujo, quede lleno


el país, del aroma del estreno.



Como la sota moza, Patria mía,


en piso de metal, vives al día,


de milagros, como la lotería.



Tu imagen, el Palacio Nacional,


con tu misma grandeza y con tu igual


estatura de niño y de dedal.



Te dará, frente al hambre y al obús,


un higo San Felipe de Jesús.



Suave Patria, vendedora de chía:


quiero raptarte en la cuaresma opaca,


sobre un garañón, y con matraca,


y entre los tiros de la policía.



Tus entrañas no niegan un asilo


para el ave que el párvulo sepulta


en una caja de carretes de hilo,


y nuestra juventud, llorando, oculta


dentro de ti el cadáver hecho poma


de aves que hablan nuestro mismo idioma.



Si me ahogo en tus julios, a mí baja


desde el vergel de tu peinado denso


frescura de rebozo y de tinaja,


y si tirito, dejas que me arrope


en tu respiración azul de incienso


y en tus carnosos labios de rompope.



Por tu balcón de palmas bendecidas


el Domingo de Ramos, yo desfilo


lleno de sombra, porque tú trepidas.



Quieren morir tu ánima y tu estilo,


cual muriéndose van las cantadoras


que en las ferias, con el bravío pecho


empitonando la camisa, han hecho


la lujuria y el ritmo de las horas.



Patria, te doy de tu dicha la clave:


sé siempre igual, fiel a tu espejo diario;


cincuenta veces es igual el AVE


taladrada en el hilo del rosario,


y es más feliz que tú, Patria suave.



Sé igual y fiel; pupilas de abandono;


sedienta voz, la trigarante faja


en tus pechugas al vapor; y un trono


a la intemperie, cual una sonaja:


la carretera alegórica de paja.







  • Título original: Suave Patria

  • Autor: Ramón López Velarde

  • Año de publicación: 1921





Hasta el próximo encuentro…


Navegante del Clío

Entradas recientes

Ver todo
La travesía del viajero del alba

¡Bienvenidos pasajeros! Por problemas logísticos de la semana pasada, me resultó imposible tener listas reseñas para hoy, pero decidí adelantarles nuestra exploración de las crónicas de Narnia; con el

 
 
 
El príncipe Caspian

¡Bienvenidos pasajeros! El martes pasado iniciamos el especial de fin de año, un recorrido por una de las sagas de fantasía más famosas de la literatura del siglo XX. En esta ocasión, continuamos con

 
 
 
El león, la bruja y el ropero

¡Bienvenidos pasajeros! Durante dos de los tres años de Navegante del Clío, dediqué las últimas semanas del año ha hablar de series famosas de literatura fantástica. Como no sé si este año me tomaré l

 
 
 

1 comentario


raul221063
19 sept

Tampoco a mi me gusta,

Me gusta
bottom of page