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The book of Mormon

¡Bienvenidos pasajeros! Lo prometido es deuda, y el día de hoy les traigo la segunda de la lista de obras más taquilleras de todos los tiempos que no había cubierto en este espacio, para así completar la colección. La verdad, no sabía que una historia tan controversial como ésta tendría tanto éxito, pero cuando le dediqué tiempo a su análisis descubrí muchas cosas interesantes, algunas de las cuales con las que no estoy de acuerdo, pero una discusión fascinante aún así.


Vagamente inspirada en sucesos reales, el exitoso musical nominado a catorce premios Tony (de los cuales ganó nueve incluyendo mejor banda sonora, mejor libreto y mejor musical) sigue a dos recién ordenados misioneros mormones enviados a una villa en Uganda, donde se enfrentan a una pregunta que muchos, sobre todo los jóvenes, se hacen: ¿de qué sirve la religión frente al hambre, la muerte y la opresión?


Antes de entrar al fondo del contenido, quiero hablar de los aspectos técnicos, pues lo considero una obra muy bien producida: el trabajo de iluminación es preciso y combina muy bien con los elementos de escenografía para lograr las transiciones no sólo espaciales, sino emocionales de los personajes. El vestuario es quizá el aspecto más reconocible de la producción pues permite contrastar de forma inmediata los dos mundos que chocan durante la historia, pero lo que yo más recuerdo son los bellos fondos que contrastan con la brutalidad del set, y apelan más a lo espiritual que a lo terrenal a un nivel subconsciente.


Aunque probablemente no se podría montar hoy en día en su forma original, creo que el libreto es excelente como una sátira subversiva. Incluso cuando consideraba que se acercaba demasiado a límites peligrosos, no puedo negar que los diálogos y las canciones me hicieron reír con fuerza, más de una vez, y logra balancear por un lado la crudeza y vulgaridad que caracteriza a los creadores de South Park, así como múltiples referencias a la cultura pop, y por el otro la finura en los momentos más importantes y la incorporación, más respetuosa de lo que esperaba, de temas maduros como la violencia, la explotación y la enfermedad. Un elenco muy carismático se une a una coreografía bien diseñada para resultar en una obra fresca, ligeramente más corta que otros musicales contemporáneos, con un ritmo muy agradable ideal para tener discusiones vigorizantes en el intermedio y a la salida.


Lo mejor del musical, sin duda alguna, son sus personajes. Cada uno tiene un sentido del humor característico que los ayuda a distinguirse de los demás y una personalidad muy bien definida, pero aunque me gustaría hablar de todos, creo que me debo centrar en los dos protagonistas. Delinear a Price y Cunnimgham no es una tarea sencilla, pues si fueran escritos como demasiado puros el libreto rozaría la apología del Mormonismo, pero si los haces muy negativos el libreto descendería al nihilismo, algo incluso más peligroso; al darles fallas de carácter evidentes, con las que podemos empatizar, como la inseguridad y el ego, pero retratándolos también como verdaderos creyentes, bienintencionados pese a sus errores, se encuentra el balance perfecto. Cunnimgham es uno de los personajes más entrañables del teatro de la década pasada, inspirador y leal pese a su profunda ingenuidad, mientras que Price es un gran protagonista, con su arco de perder la fe al darse cuenta que no la había entendido nunca del todo, sólo para luego recuperarla el elemento más sincero de una producción que muchas veces parece querer resolver todo con un chiste.


¿Es el libro del mormón una ofensa para la religión? Sin duda encuentra mucho material al burlarse de los aspectos más rígidos y conservadores de la institución, pero no conozco lo suficiente de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días para afirmar si la representación de sus misiones guarda algún parecido con la realidad. Aunque siempre he procurado el respeto a otras manifestaciones de fe, de lo poco que he escuchado tiendo a estar en desacuerdo con el carácter nacionalista de este grupo, y el culto de personalidad hacia su líder, y quizá por eso fui más receptivo a la crítica religiosa que si el énfasis hubiera estado en otra creencia. No estoy de acuerdo con la conclusión última del musical, que la única manera de abrazar los mensajes religiosos sea tomándose las escrituras en sentido metafórico y no literal, pero considerando que al menos dos de los tres principales creativos son ateos, me parece una gran muestra de madurez y apertura que exploraran de forma sincera los beneficios de la fe para brindar esperanza y humanidad. La canción Turn it off es un gran ejemplo de este punto medio, en el que se burla de manera frontal de las reglas religiosas, pero respeta la búsqueda de significado que la creencia trae consigo, además de explorar otros peligros a los que se enfrenta la sociedad, que podemos extrapolar de la religión: la regresión del trauma y los pensamientos difíciles (de hecho, al apoyar esta represión, McKinley se revela como un mal religioso, en contraposición al despertar espiritual de los dos protagonistas).


Hay elementos de la obra que no han envejecido bien: los estereotipos africanos nunca me gustaron, y tengo mucha curiosidad de ver la reescritura del guion de 2021, que le dio un rol más activo y respetuoso a los ugandeses. Algo que también me llama la atención, y que me gustaría explorar más a profundidad, es por qué la recepción mormona fue relativamente relajada, con algunos incluso recomendándola. Lo poco que he leído, es que existe la madurez suficiente para aceptarla como una parodia, y apertura suficiente para discutir de forma crítica los temas más profundos, más allá del vehículo a través del cual los presenta.


Quiero terminar con un análisis de la música. Salvo los momentos que son una hilarante parodia del Rey León y aquellos números, sobre todo en el segundo acto, que tienen una fuerte influencia del rock y el funk, en términos meramente musicales los números no me parecieron tan memorables. Sin embargo, todas las canciones son elevadas por un excelente trabajo con las letras, llenas de dobles sentidos, chistes con bastante ingenio e invitaciones a la reflexión, No hablaré de todas, pero algunas que me llamaron la atención fueron Sal Tlay Ka Siti (probablemente la más sincera de todas las piezas), Baptize me (una gran y diferente canción romántica más allá de un nada sutil doble sentido) y Spooky Mormon Hell Dream (de lejos la más divertida) y I Believe (que explota excelentes variaciones en el tempo para distinguir los momentos de sátira de los genuinos). Al contrario que en otras obras, creo que los reprise son los puntos más importantes en cuestión narrativa, donde mejor se exploran los temas de crisis y recuperación de fe (una lástima que no estén en el soundtrack), y hay dos números en particular que permanecieron conmigo: Man Up (el más rock de la obra) es un gran ejemplo de cómo, detrás de la sátira, hay mucha sinceridad y una comprensión profunda de lo esencial de la fe, y que sea un ensamble es la cereza del pastel. Por otro lado, Making things Up Again es por mucho la canción más interesante, pues además de ser divertida abre un debate sobre si es correcta una interpretación muy laxa de las Escrituras si es en busca del bien común y el mensaje original de Jesús.


¿Es el libro del Mormón un musical ofensivo? Probablemente, yo estoy seguro que si se le diera ese tratamiento a la Iglesia católica quedaría muy disgustado en algunas secciones, pero también es sorprendentemente dulce, algo que no esperaba de los creadores de South Park, y el concepto de nuevos fieles ayudando a los misioneros a comprender su propia fe es uno fascinante, que apela a la eterna retroalimentación y crecimiento espiritual que implica el acto de creer.



  • Año de estreno: 2011

  • Música: Trey Parker, Matt Stone y Robert Lopez

  • Letra: Trey Parker, Matt Stone y Robert Lopez

  • Libreto: Trey Parker, Matt Stone y Robert Lopez

  • Direccción: Casey Nicholaw y Trey Parker

  • Elenco original

    • Andrew Rannells (Price)

    • Josh Gad (Cunnimgham)

    • Nikki M. James (Nabulungi)

    • Rory O’Malley (McKinley)

    • Michael Potts (Mafala)

    • Brian Tyree Henry (General)

    • Lewis Cleale (Joseph Smith/Presidente de la misión)




Hasta el próximo encuentro…


Navegante del Clío

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